REVISTA YNDICIO 1

estudian variables de la familia o con- textos relacionados con algún parámetro escolar. 3) Tecnológicas: vinculan los aspectos familiares con el microentorno munitario de la escuela. La Investigación Científica en Educación En el primer grupo predominan los mo- delos conductuales, en el segundo se suman objetivos dirigidos al impacto de la funcionalidad de la familia en el pro- ceso escolar y en el tercero se evalúa la tecnología educativa actual para mejorar la educación. Son más numerosos los es- tudios cualitativos en campo, que no de- tallan las características para la obten- ción de los datos, ni justifican de manera sólida el procedimiento. Parece haber más interés en el relato narrado de las entrevistas que tratan de desarrollar un cuerpo integrado de categorías axiológi- cas el cual representa la diversidad de visiones y la pluralidad de posiciones. Se puede deducir que no existen mode- los teóricos o metodológicos que sirvan para integrar y cuestionar los datos que se van derivando de los estudios. Pare- ce existir poco interés en relación con la problemática educativa asociada a la familia, pues en general los estudios hacen contacto con la educación, el de- sarrollo humano, las políticas públicas o la búsqueda de nuevas alternativas para promover el aprendizaje. Los investigadores, en su mayoría psicó- logos, llegaron al tema de manera indi- recta a través de programas de evalua- ción, desarrollo humano o estimulación de reper torios psicológicos. estudian variables de la familia o con- textos relacionados con algún parámetro escolar. 3) Tecnológicas: vinculan los aspectos familiares con el microentorno munitario de la escuela. La Investigación Científica en Educación En el primer grupo predominan los mode- los conductuales, en el segundo se su- man objetivos dirigidos al impacto de la funcionalidad de la familia en el proceso escolar y en el tercero se evalúa la tec- nología educativa actual para mejorar la educación. Son más numerosos los estu- dios cualitativos en campo, que no deta- llan las características para la obtención de los datos, ni justifican de manera sólida el procedimiento. Parece haber más interés en el relato narrado de las entrevistas que tratan de desarrollar un cuerpo integrado de categorías axiológi- cas el cual representa la diversidad de visiones y la pluralidad de posiciones. Se puede deducir que no existen mode- los teóricos o metodológicos que sirvan para integrar y cuestionar los datos que se van derivando de los estudios. Pare- ce existir poco interés en relación con la problemática educativa asociada a la familia, pues en general los estudios hacen contacto con la educación, el de- sarrollo humano, las políticas públicas o la búsqueda de nuevas alternativas para promover el aprendizaje. Los investigadores, en su mayoría psicó- logos, llegaron al tema de manera indi- recta a través de programas de evalua- ción, desarrollo humano o estimulación de reper torios psicológicos. 7 prudente,… Podría Vuestr Reverencia examinar por sí y ante sí, a las religiosas que lo han visto… y hacer que declaren lo que contiene el dicho libro; quien se los prestó; y de donde lo hubo la perso- na de quien lo recibieron…” Dado que la lengua escrita es, por lo regular, más conservadora que la lengua h blada, y dado que el mbio aparece ya en la lengua escrita desde los inicios del siglo XIX, se puede suponer que la innovación se lo se los, debió co¬men- zar, cuando menos, en la segunda mitad del siglo XVIII. Asimismo, puesto que el fenómeno no aparece documentado en el sigl XV, recordamos que el corpus en qu se basaba Kenisto es amplí imo, la búsqueda del origen, documentado, del cambio podrí , por lo tanto, circunscri- birse, quizá para una futura investigación diacrónica a los siglos XVII y XVIII. Este estudio se centra en el análisis del uso de los pronombres clíticos (lo, los, la, las), pues forman p r te de las expre- sion s q e man jamos con continuidad y en la mayoría de los hablantes su uso es erróneo; además demostrar que a nosotros los hablantes nativos se nos dificulta modificar el habla con la que nos hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida. Para ello, en esta investi- gación habrá ejemplos de expresiones donde utilizamos los pronombres clíticos; a fin de contar co más información, se realizaron encuestas e investigaciones en diversos medios como libros, sitios web, programas de televisión y en perso- nas que vemos a diario como familiares, compañeros universitarios y profesores, entre otros; esto con el fin de sustentarla y dar firmeza a lo expuesto. Queremos aclarar que esta investigación no tiene la finalidad de cuestionar la forma en el cual se expresan las personas, o criticar, como podría pen arse en determinado momento, sino de lograr ampliar nuestro conocimiento cultural y saber que no to- das las palabras o frases son dichas con corrección. En el español de México no solemos incurrir en las confusiones que, en re- lación con el uso de pronombres per- sonales átonos de tercer persona, son comunes entre hablantes de algunas zonas geográficas, de España. Se puede decir que no somos loístas, es decir, no usamos “lo” por “le” (escríbelo por es- críbele), ni laístas, pues no decimos “la” donde debe decirse “le” (escríbela por escríbel ), ni fin lmente, leístas dado que hacemos uso de “le” p r “lo” y “la” (quiérele por quiérela). C nservamos así de manera precisa el conveniente valor fundamental de cada forma pronominal: “lo”, para el objeto directo masculino, “la” como el objeto directo femenino; “le” para “S los dij ”7 El objeto directo de ambos géneros y, en ocasiones, para objeto directo masculino de personas (“no le conozco”); en plural, “los”, para el objeto directo masculino; “las” para el objeto directo femenino; y “les”, para el indirecto de los dos géne- ros. No obst nte, existe en el español mexi- cano, en todos los registros de habla y en todos los niveles tanto sociales como culturales, un error con frecuencia seña- lado por los especialistas en gramática. Técnicamente expresado, consiste en lo siguiente: se pluraliza un pron mbre de tercera pers a, objeto directo singular, cuando sigue a un pronombre invariable “se” con función de objeto directo plural (“se lo di a tu hermano”).

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