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4 Comunicación : Comunicación profesor-estudiante: El profesor tiene tres vías fundamentales de comuni- cación con el estudiante. Por una parte, el Blackboard ofrece diferentes espacios para poder comunicarse con todo el grupo, ya sea en la página general o a través de foros de dudas. Además, la plataforma permite evaluar el trabajo de cada estudiante y abre una ventana en la que el profesor, junto a la calificación puede añadir comentarios personales. Por otra parte, al principio del curso, el profesor debe hacerse con la dirección de mail de cada estudiante y puede enviarle de forma privada cualquier indicación. Puede usar, para ello, el email institucional del Tec. los estudiantes también pueden enviar sus dudas tanto a los foros en el Blackboard como al mail personal del profesor y este tiene un máximo de un día para responderles. Por último, el profesor tiene que crear un Messenger para que pueda darse la comunicaciónautomática con los estudiantes en tiempo real. No está obligado a tenerlo abierto un determinado número de horas, pero sí se aconseja que lo haga al menos una hora cada día. ANÁLISIS El curso de filosofía en línea explicado anteriormente forma parte de una vanguardia educativa que está cobrando cada vez más importancia en la programación académica del Tec, tanto entre estudiantes de preparatoria como de licenciatura. Después de haber ocupado un peso importante en los estudios de Ingeniería y Ciencias Computacionales, la nueva ola está extendiéndose hacia el campo de las Humanidades. De hecho, la filosofía, materia que hunde sus raíces en la famosa Academia de Platón, donde profesor y estudiantes convivían y hasta dormían juntos, es una de las materias elegidas para probar el éxito de la enseñanza a distancia. Empecemos por reconocer virtudes innegables de la clase en línea. Para empezar, los estudian- tes no están sujetos a un horario de clase, lo que les permite agendar las horas que dedican a la materia a suconveniencia. Y la misma reflexión sirve para el profesor, que puede trabajar en su oficina o en su casa, que puede incluso estar de viaje y hacerlo compatible con su responsa- bilidad profesional. Sin embargo, en la práctica, me consta que los estudiantes ante un calenda- rio que les exigía aproximadamente dos tareas de cierta envergadura cada semana, consumían el doble de tiempo del que le hubieran dedicado a una clase presencial. Para el profesor, la can- tidad de horas invertidas, al menos en mi caso, llegó a triplicar la que el de la marcha del curso, lo que más le había interesado y la aplicación que le veía a lo aprendido en su vida cotidiana. Sin embargo, a mi juicio, solo una minoría de ellos llegó a expresar verdadero interés por esa experiencia. De hecho, su comentario generalizado era que el exceso de trabajo, por una par- te, y la ausencia de contagio emocional de parte de un profesor, les hacía bastante “pesado” el curso, más una carga que una aventura. Creo que nos acercamos al talón de Aquiles de la ense- ñanza en línea. Pues parece aceptable pensar que ese sistema permite diseñar un “producto” de enseñanza de alta calidad, sensible a los nuevos hábitos computacionales de los estudiantes, y capaz de generar un trabajo más autónomo y práctico.

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